miércoles, 31 de enero de 2007

creación de Oscurece al fin

El camino recorrido en la escritura de Oscurece al fin, ha sido un camino arduo. Desde sus primeras versiones me di cuenta que la presencia de la imagen, como protagonista, era inevitable; aunque en ese momento -y todavía hoy- el proceso de escribir, incluso un poema, siempre estaba ligado al deseo de decir, de "narrar" algo, un pequeño argumento.

El "avance" requerido por el texto pedía un viaje al interior del poema para ampliar el espacio que ocuparía la imagen, lo que disminuiría la potencia discursiva de las frases.

Fue un viaje en reversa, desde la luz del poema hacia la oscuridad, el caos de lo invisible, de lo innombrable. No tenía las herramientas ni el distanciamiento, sin embargo podía atisbar paradojas: luz y oscuridad, el adentro y el afuera unidos por el instante.
Al proceso de este viaje, en busca de la lucidez de la imagen desde las tinieblas de lo innombrado, le llamé, pude llamarle: oscurecimiento. Este (mi) viaje de ida y vuelta al "oscurecimiento" tiene algunos hitos asociados a las palabras oscuridad, oscurecer, soledad, distancia, percepción, instante, angustia, contemplación, y parentesco; con lo (magníficamente) expresado por los autores Maurice Blanchot y José Lezama Lima, cuya compañía muchas veces, más que alumbrar, oscurecía la inmersión en mi propio proceso.






A Fernandita

Para que nunca olvides
los fuegos artificiales
y tu pregunta:
¿esto no le duele al cielo?